Rosana Negrini dirige Agrometal que innovó en sembradoras y exporta a 3 países la región. Tiene seis meses de producción adelantada y vendida. Nunca antes le había pasado. De su fábrica depende todo un pueblo.
Fuente: Clarin
Rosana Negrini es una de las protagonistas de la transformación de la maquinaria agrícola en los últimos años, especialmente en el rubro de las sembradoras. Dirige desde el año 2000 Agrometal, una empresa de 71 años de antigüedad, situada en la localidad cordobesa de Monte Maíz.
Fue presidenta de la Cámara Argentina Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA) durante el 2006 al 2008, siendo la única mujer en la historia en ocupar ese cargo. Y sigue participando de dicha entidad como vocal. También hace su aporte en la misma posición en la Asociación de Fabricantes de Maquinaria Agrícola y Agrocomponentes de Córdoba (Afamac). Y es presidenta regional Córdoba de la Fundación Mediterránea.
“Ser empresaria en Argentina es muy difícil. Nos hace no aburrirnos nunca. Mi padre decía ‘no nos relajemos, preparémonos para la próxima crisis’. Nuestro sector es muy cambiante, no solo dependemos de lo que pasa en el país sino del clima. Vendemos mucho y otro año podemos estar sin vender absolutamente nada. Hay que ser cauteloso, sin dejar de lado la inversión y la tecnología. Esto se puede hacer solamente cuando nos gusta lo que hacemos. En las buenas y en las malas seguimos. No está bueno, pero estamos acostumbrados”, definió.
Agrometal nació a partir del impulso de un grupo de emprendedores que comenzaron con un taller a fabricar pequeños implementos y se fue convirtiendo a lo que es en la actualidad. Juan Carlos, el papá de Rosana, fue el presidente hasta el 2000, año en que falleció. A partir de ese momento, Rosana, quien es la segunda de los tres hermanos, tomó las riendas de la empresa. Es Contadora y Licenciada en Administración de Empresas y desde muy chica va a la planta. “Me preparé para llegar”, apuntó en el contexto del ciclo de charlas que organizó Clarin Rural sobre «El rol de la mujer en el sector agropecuario» auspiciado por Corteva.
La firma tiene 450 empleados, una cifra muy importante teniendo en cuenta que en la localidad donde está ubicada tiene apenas 10.000 habitantes. Durante la pandemia incorporaron a 150 empleados. “Es muy importante lo que representa dentro de la localidad y de la región porque también hay empleados de zonas vecinas. En Monte Maíz hay desocupación cero. El que no trabaja es el que no quiere. Porque también se han desarrollado muchos emprendedores que trabajan y son complementarios a la empresa, y el resto trabaja en el campo”, dijo. ”No suspendemos ni despedimos personal aun en los momentos de mucha crisis, que los tenemos. La responsabilidad con nuestra gente es muy importante”, agregó.
Según explicó, previo a la pandemia venían atravesando años malos, por lo que mantenían lo mínimo y necesario del personal (300 personas) para subsistir. “En la pandemia, el cliente compró mucho, anticipando muchas compras, por la buena cosecha, fundamentalmente, los créditos que hubo con tasas accesibles y por un poco por la especulación en la brecha del dólar. Hacía muchísimos años que no pasaba esto: tener 6 meses la producción adelantada vendida con nombre y apellido”, remarcó.
En este sentido, dijo que también hubo un alza en la facturación de la compañía de Monte Maíz. “Se ha incrementado porque también cambiaron los números. No es tanto porque haya aumentado la cantidad de máquinas, sino que el valor de las mismas ha aumentado por la tecnología que lleva encima”, sostuvo.
En esta línea, Rosana indicó que 10 años atrás fabricaban hasta 1.000 máquinas por año porque eran de un módulo. Ahora, bajaron la producción a 450 sembradoras anuales porque son de 2 y 3 módulos. “Son mucho más grandes en tamaño y con mucha tecnología. El 50% del valor de la máquina es tecnología. La agricultura de precisión hizo que aumentara exponencialmente el valor de la facturación”, precisó.
De esta manera, resaltó que ante esta nueva tecnología necesitaron modificar la planta ampliando la línea de montaje y además tienen una línea especial para las máquinas que se pliegan.
En este contexto, Rosana recordó que antes las sembradoras eran un 80% mecánicas y ahora tiene mucha electrónica.”Antes, para el productor con solo fierros era suficiente y hoy necesita cien por ciento tecnología para que la siembra sea perfecta”, enfatizó. “Agrometal desde que inició se diferenció del resto de la competencia por tener innovación propia. El Departamento de Ingeniería y Desarrollo siempre fue la estrella de la empresa”, agregó.
Para la empresaria, los desarrollos en sembradoras son cada vez más rápidos y continuos. Ejemplificó que anteriormente fabricaban un producto y se mantenía en el mercado por 10 años, con pequeñas reformas. Contrariamente, ahora continuamente están lanzando productos nuevos.
“En Agrometal, 15 años atrás había un solo ingeniero en la planta y ahora tenemos más de 30 entre desarrollo, procesos, ventas, compras y agrónomos. Y eso demuestra la profesionalización de nuestras máquinas”, prosiguió.
De esta manera, se metió de lleno en un déficit que no sólo pasa en el rubro de la maquinaria agrícola. “Siempre hace falta mano de obra especializada. Es una de las desventajas de vivir en localidad pequeña. Tenemos muchas ventajas, pero es difícil que venga un profesional y que se adapte en un pueblo chico. Le cuesta adaptarse a su familia. Viven dos años y se van”, se lamentó.
En consecuencia, sostuvo que buscan profesionales de la zona y los capacitan en el tema de sembradoras porque son los únicos que se adaptan a vivir en este tipo de localidades. “Tenemos mucha carencia de profesionales. Tenemos contactos con universidad pero faltan profesionales en todas las ramas de la ingeniería”, consideró.
Otra de las patas de negocio de Agrometal es la exportación. Fundamentalmente comercializan máquinas a países limítrofes: Bolivia, Paraguay y Uruguay. Pero reconoció que es muy poco el volumen porque en los últimos años estuvieron abocados al mercado interno, que los sobrepasó.
Según explicó, el objetivo de la marca es alcanzar 10% de la facturación en exportaciones. De todas maneras, diferenció este fierro con la de tractores y cosechadoras que van arriba de la tierra y se adapta a cualquier lugar del mundo. “La sembradora que se introduce en la tierra depende de la fertilidad y de la forma de sembrar de cada país y hay que adaptarlas. Y necesitamos tener un distribuidor para la posventa”, evaluó.
Por otro lado, pidió por una ley de maquinaria agrícola que tiene como objetivo principal reconocer el producto nacional. “Es importante que se defina cuando es un producto nacional y cuando es importado, porque eso depende de los créditos que se dan en bancos oficiales y bonos de reintegros de bienes de capital para maquinaria agrícola. Hay una zona gris, difusa, que tenemos que compartir con máquinas que no son nacionales, que son importadas”, advirtió.
Por último, hizo mención a la importancia que tiene hoy la mujer en la agroindustria. “Hemos ido cambiando de roles en los últimos años. Yo soy profesional que he estado en el área desde siempre, no tuve problemas o discriminación. Fue muy natural lo mio.Yo me había preparado para esto. He participado en muchas instituciones y hace muchos años que estoy, y reconozco que ha ido cambiando. Cuando comencé era la única o a lo sumo éramos dos mujeres participando. Y con el paso de los años, somos una buena cantidad de colegas que formamos presidencias o son funcionarias.
Remarcó que incorporaron el año pasado mujeres a la planta por primera vez en la historia. “No es por moda, sino por demanda de personal y no había hombres en la zona. Había dos o tres curriculums formados para un puesto y la probamos. Son 250 hombres en la planta. En otros tiempos, las mujeres no se hubiesen animado a entrar y los hombres no lo habrían aceptado si hubiese pasado tiempo atrás”, conjeturó. “Fue fantástica la experiencia. Ahora tenemos 30 mujeres en planta», cerró.