Un cóctel letal para la soja: el coronavirus, el dólar fijo y la cosecha brasileña desaniman a los inversores del campo argentino

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El drama del virus que se esparce desde China hacia el mundo también ha estado impactando en una de las cotizaciones, después del dólar, que más se mira en la Argentina: la de la soja.

Como consecuencia de que el gobierno del gigante asiático viene desacelerando el ritmo de compras de alimentos, como consecuencia del impacto que está teniendo en la economía el coronavirus, se alteraron los mercados de commodities y la soja es uno de los granos que más se está viendo afectado.

Así, luego de haberse despejado los temores por la amenaza de la sequía, ahora lo que más preocupa al sector rural está relacionado con el impacto que pueda tener la enfermedad, a lo que se suma otro factor que presiona a la baja: la expectativa por una megacosecha en Brasil y una campaña también importante en Paraguay.

Es de manual: cuando la oferta es grande y supera a la demanda, el precio de cualquier bien tiende a bajar. Y la soja no es la excepción.

«En estos momentos tenemos elementos depresores de precios en el mercado de granos, los cuales no nos permiten pensar en una recuperación con fuerza y sostenida en el corto plazo», advierte en diálogo con iProfesional Enrique Sarthes, analista de la consultora especializado Intagro.

Para ponerlo en perspectiva, en el inicio del 2020, la tonelada de la oleaginosa cotizaba en Chicago a u$s346. Ahora, su precio cayó hasta los u$s324, es decir, un 6% menos.

Cabe destacar que el actual nivel también se ubica por debajo de los u$s340 que valía a comienzos de febrero de 2019. Y, para ponerlo en perspectiva, el precio actual es mucho más desventajoso para la Argentina que el que se observaba en igual período de 2018, cuando arañó los u$s392.

«Venimos con un movimiento en forma de v: hubo una caída, luego una recuperación y, posteriormente, otra caída. Ahora se observa que se detuvo la contracción pero no estamos en condiciones de pensar que pueda haber una recuperación firme para el precio de la soja en Chicago. Y acá el coronavirus está jugando un papel clave, porque se produjo una caída de consumo en el gigante asiático bastante pronunciada, en momentos en que hay ciudades en cuarentena», explicó Sarthes.
En el Gobierno miran con atención el precio de la soja

En el mercado de Chicago, la oleaginosa sufrió ocho ruedas consecutivas con caídas, llegando a tocar los u$s322 por tonelada, en un contexto en el que «persisten las dudas respecto a los incrementos de la demanda china de suministros estadounidenses, dificultando frenar las caídas en las cotizaciones», según advirtieron los analistas de la BCR.

La situación es tan compleja que Chile, uno de los principales socios comerciales de China en la región -de la mano del tratado de libre comercio firmado entre ambas naciones-, advirtió que, desde el brote del virus, las exportaciones de alimentos hacia ese destino se desplomaron un 50%.

En paralelo, desde Estados Unidos trataron de llevar calma anunciando en las últimas horas que cumplirán con los compromisos comerciales asumidos en la firma de la «Fase Uno» del acuerdo que incluyen grandes compras de productos agrícolas estadounidenses por parte del gigante asiática. Sin embargo, todavía hay mucha incertidumbre.

«Es probable que haya una caída en la demanda china de materias primas y alimentos (petróleo, minerales, carnes, granos), por el fuerte impacto que tiene sobre el nivel de actividad económica el hecho que millones de personas no puedan o no quieran trasladarse, viajar, trabajar o consumir», acotó el experto en el mercado agropecuario Ignacio Iriarte.

De hecho, las cámaras que nuclean a frigoríficos en la Argentina ya están estimando una fuerte caída en los despachos de carne hacia el gigante asiático, que en 2019 adquirió 7 de cada 10 toneladas despachadas al mundo. Se trata de un negocio global que movió más de u$s3.100 millones el año pasado.
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Desde la Cámara de la Industria de la Carne (CICCRA) ya advirtieron que «el futuro inmediato no parece ser prometedor» a nivel exportaciones.

Como se mencionó, otro factor bajista que amenaza al precio de la soja se vincula con la cosecha récord que esperan en Brasil: la campaña de este cultivo sería casi 8% superior a la de 2019, según estimaciones oficiales del país vecino, de la mano de una producción de 122,4 millones de toneladas, marcando así un registro histórico. Y esto se espere que no ayude a impulsar los valores.
Soja: analistas advierten que la rentabilidad se esfumó en campo alquilado
Magros negocios

En el plano local, como consecuencia de este nivel de precios, los negocios son escasísimos desde hace varias ruedas.

«La actividad comercial se mantuvo escasa en líneas generales, con volúmenes de mercadería transados muy limitados en los mercados de trigo y soja, y con algo más de importancia en el mercado de maíz», advirtieron desde la Bolsa de Comercio de Rosario.

«A los productores les cuesta digerir el precio actual», acotó Sarthes. «Y corren el riesgo de que estos valores se queden por un tiempo. Es difícil imaginar una recuperación marcada, en función de los datos que hoy está manejando el mercado».

En este contexto, Gabriel Caamaño Gómez, economista de la consultora Ledesma, advirtió que la irrupción del brote de coronavirus se dio en un mal momento para los productores.

La caída en las cotizaciones a nivel mundial por la enfermedad coincide, en el plano local, con un tipo de cambio utilizado como ancla de los precios, con derechos de exportación que se elevaron tras el cambio de Gobierno y con un índice de inflación que se mantiene muy elevado.

Todo esto, según el experto, está deteriorando de manera acelerado el precio real efectivo que percibe el productor agrícola. Según su relevamiento, desde las elecciones, el mismo se desplomó 16% y es 22% menor que el nivel vigente hacia fines de 2018, cuando los derechos de exportación estaban en niveles mínimos.

«El problema es hacia adelante. Si el Gobierno sigue manteniendo el dólar como ancla y tenés derechos de exportación altos y precios a la baja, entonces los productos exportables, como la soja, se van a ver afectados», advierte el economista.

Este combo trae, como primera consecuencia, un deterioro de la rentabilidad de quienes apuestan por el agro como inversión.

«Hay mucho malestar, porque los números no están cerrando. En distintas proyecciones que hemos realizado para esta campaña obtuvimos que, en la mayoría de los casos, la rentabilidad es nula o mínima si se trabaja en campo alquilado», planteó Guillermo Villagra, impulsor del pool de siembra Open Agro y director de la plataforma virtual de inversión ganadera BitCow.
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En este contexto, desde OpenAgro realizaron una proyección detallada de la rentabilidad que estaría ofreciendo un planteo de 400 hectáreas de soja, 400 de girasol y 400 de maíz (total: 1.200 hectáreas), en campo alquilado.

Y el resultado es que debido a la suba de retenciones y la caída que sufrió la cotización de los granos en los últimos meses, la rentabilidad prácticamente se esfumó.

En el caso de una zona con buenos rindes, como Pergamino, Chacabuco y Junín), la siembra de esos tres cultivos generaría un costo de producción de $778.000, que se paga por adelantado, y un costo al final de la cosecha de $375.300, en los que se incluyen diversos conceptos. Esto arroja un total de $1.153.350.

Como contrapartida, el ingreso bruto por la comercialización de la cosecha sumaría una cifra muy similar: $1.155.830. Después del pago de impuestos, el productor apenas se quedaría en la mano con $2.186, una rentabilidad sobre la inversión casi inexistente, del 0,28%.
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En este contexto, una proyección realizada por el Estudio Ledesma plantea que en el primer año de Alberto Fernández al frente del Ejecutivo el valor de la cosecha será menor que el que se registró durante el último año con Macri en el poder.

Las estimaciones prevén una campaña con 53,1 millones de toneladas de soja, unas 2 millones menos que en 2019. En base a los precios que se manejan, esta producción sumaría u$s17.400 millones, casi u$s800 millones menos (baja del 4%).

Claro que, si se suma el resto de los granos, la baja sería más pronunciada: se obtendrían 108 millones de toneladas (5 millones menos que el último ciclo) y su valor ascendería a los u$s27.108 millones, cerca de u$s1.500 millones menos (-5%).

Para Caamaño Gómez, esta proyección no debería alarmar al equipo de Alberto Fernández, porque se está haciendo una comparación con la campaña 2019, «que fue un cosechón», acotó el economista.

Sin embargo, sí advirtió que debido al boom de ventas de granos que hubo al cierre del año anterior, como consecuencia de miles de productores que se apuraron por evitar la suba de retenciones, «los stocks bajaron considerablemente y sí o sí va a haber una recomposición de esos stocks a lo largo de la cadena en este 2020».

«Con un coeficiente de retención más alto, esto va a achicar el volumen de cosecha disponible para exportación», alertó Caamaño Gómez.

A modo de conclusión, el experto señaló que los volúmenes obtenidos, especialmente tras las lluvias registradas en enero, serán muy buenos pero que no todo ese volumen terminará embarcándose hacia el exterior, ya sea en forma de poroto, harina, aceite o biodiesel.

Y a este combo, claro, habrá que agregar el impacto final que tendrá el coronavirus sobre el mercado mundial de commodities.

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