Sobre el filo del límite temporal que tiene la implantación temprana del cereal, las abundantes precipitaciones fueron la señal de largada. Después, llegará el tiempo de la soja, con lo cual acelera la gruesa en toda la región.
Algunas zonas del sudoeste provincial llevaban más de 200 días sin lluvias importantes, que lograran dejar una marca en los pluviómetros. Por eso las abundantes lluvias registradas entre el sábado a la tarde y la madrugada del domingo fueron un gran alivio para los sectores productivos, que veían los pocos lotes de trigo sembrados ya casi perdidos y las chances de comenzar con el maíz temprano, extinguiéndose. La ventana para apostar al cereal ahora comienza a cerrarse y por eso las precipitaciones del fin de semana servirán para acelerar ese proceso e incorporar algunos lotes más.
Justo después de esa primera precipitación, algunos se animaron a sembrar porque los pronósticos anticipaban frentes de lluvia importantes por delante. Por eso algunas sembradoras recorrieron lotes entre miércoles y viernes de la semana pasada y pudieron contar con esta segunda precipitación, que sin dudas significará un buen arranque de campaña.
Ya la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario había anticipado para la zona núcleo y sus alrededores que “los últimos 10 días de octubre podrían sumar el 90% de las lluvias que muestra la media histórica de este mes. Y esto es una señal muy fuerte de que se estaría quebrando el bloqueo seco que ha acechado a la región en los últimos seis meses. Esa es la gran noticia que estaría mostrando fines de octubre”. Y concluyó: “Las lluvias empezarían a normalizarse, incluso con una “Niña” de fondo”, detalló el trabajo.
El ascenso de la temperatura y, por sobre todo, el regreso de las lluvias configuran un escenario óptimo para que el maíz despegue su tasa de crecimiento. Las precipitaciones también fueron cruciales para que la campaña gruesa arranque con una recomposición de la humedad de los perfiles del suelo y establecer “pisos” de rendimiento. Además, el agua permite que el fertilizante sea más fácilmente incorporado por las plántulas.
En el caso del trigo, la situación es diferente porque muchos tienen ya la suerte echada. Si bien la región del sur provincial no es una productora importante, sí hay lotes sembrados y muchos ya perdidos. El impacto fue algo menor en el promedio nacional debido a que en otras regiones sí recibieron aportes de agua o venían con mayores reservas. De todos modos, en todas habrá un recorte importante en los rindes. La GEA destacó que “si bien la estimación de rinde en trigo sigue 10 quintales debajo de los 39 quintales por hectárea de la campaña anterior, las lluvias de esta semana permitirán mejorar la floración y el llenado de granos. Lo más importante es que detendrán la caída del potencial de rendimiento. Con un 25% de los trigos de la región llenando granos, el peso de mil granos será el factor que podrá recuperar parte del potencial perdido. El resto del trigo se encuentra en hoja bandera un 5%, el 10% en espiga embuchada, 30% en espigazón y un 30% en floración”, agregó el reporte.
La condición de los trigos evaluados como regulares y malos descendió 10 puntos, de 55% a 45% en una semana. En el sudeste de Córdoba, este alivio llega en pleno período crítico. De todas maneras, allí se espera una reducción del rinde del 50%: “El promedio del trigo en la zona es de 30 qq/ha; este año vamos cosechar sólo 15 qq/ha. Pero si hubiese seguido el calor y la sequía, cosechábamos menos todavía”, comentaron técnicos de Noetinger.
Fuente: Puntal