El tren ganadero pide paso

A la ganadería no la para nada. Es un tren en marcha y como nunca, parece dispuesta a llegar a destino, a pesar de algunos funcionarios, de la economía en crisis, de la pandemia, de un clima errático, de los legisladores acomodaticios que ven simpático un lunes sin carne, a pesar de ellos y hasta por ellos, la ganadería no para.

Fuente: Infosudoeste

El universo ganadero decidió hace un año atrás que el sector, era el lugar para resguardarse de la peor pandemia argentina, el virus monetario más letal que pueda meterese en la economía diría, el pobre peso. A partir de allí, todo el mecanismo ganadero impulsó la compra de las “bitcoinpatas” y desde allí al día de hoy, nadie parece estar dispuesto a sacar los pies del plato. La invernada fue la que primero marcó el rumbo, un camino que se inició en Julio 2020 y al día de hoy, sigue marcando el camino, más allá de la superoferta de terneros, más allá de que muchos especularon de que se iba a caer el precio, de la liquidación y otras tantas variables, que no solo no ocurrieron, no ocurren y no ocurrirán, señal que solo muestra un futuro de más firmeza aún en el mercado de valores. Y que la Español, diga lo que quiera, a la vista está, de que amenazas o no, el mercado a continuación duplicó sus apuestas, y los precios del gordo siguieron trepando, para que esta Señora entienda, que la inflación que el mismo gobierno escribe con la mano, no puede borrar con el codo. Las amenazas en mundo globalizado, donde todo se sabe, donde todo se ve, son un boomerang, provocan inmediatamente, el efecto inverso.

Por eso la ganadería no se queda quieta. Se diversifica, hoy todos piensan en la recría, todos quieren meter un kilo más, barato, o caro, pero el kilo debe producirse. Ya no es fácil competir con los más eficientes, porque eficientes terminan siendo todos aquellos que tienen los recursos, que tienen las ideas, que buscan un ciclo completo, pero ya no solo piensan en vender un “gordo”, no. Como ejemplo, esta semana el IPCVA en una de sus jornadas a campo, mostró como un productor seleccionando genéticamente sus terneros por adn y ternerza, no solo aprovechó las debilidades de las resistencias a malezas para sumar ganadería, sino que mostró como se puede llegar hasta una góndola con un producto a medida, con un ancho de bife a pedido, con un marmoreo exigido, con una determinada proporción de carne, que el propio comprador establece y quien produce, sabe que tendrá el valor diferencial al fondo de la cadena.

Como si fuera poco suficiente, uno de sus hijos, produce huevos de gallinas criadas a campo y parte del establecimiento, tiene superficie olivícola, en una zona donde los olivares, son una marca propia. Además, produce toda su comida. Eficiencia? A toda marcha, como toda la cadena ganadera, estirándose a pleno, sin importar los lunes libres de carne, que los acomodaticios de siempre, parecen olvidar en un país forjado a curtiembres, saladeros, frigoríficos, vacas y paisanos, olvidados de nuestras raíces, poco dignos de ser gobernantes de una tierra que no termina en la General Paz.

Por eso, la ganadería no tiene frenos, simplemente quienes estén dispuestos a molestar, corranse, es un tren que no va a detenerse a mirar a los fracasados de siempre.

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