En un año atípico, el campo y la agroindustria siguieron trabajando en todo momento a diferencia de otras ramas de actividad. Sin embargo, no a todos los sectores del agro les fue igual. La agricultura cerrará un buen 2020 luego de un primer semestre con buena producción y un final de año con altos precios. Pero hay otras realidades.
Fuente: Tranquera Abierta.
El primer balance general marca que fue un buen año para el campo porque pese a la pandemia pudo seguir trabajando por ser considerado esencial y tras transitar un segundo trimestre de precios deprimidos hacia agosto comenzó la remontada de los granos en las pizarras. Todo con un primer tramo del año con buenos resultados productivos en la gruesa. En la segunda mitad, el clima comenzó a jugar una mala pasada y los rindes de trigo fuera de la provincia de Buenos Aires dejan traslucir el impacto, especialmente en Córdoba y Santa Fe.
Fuera de la agricultura, la ganadería también transitó un año positivo, especialmente en los sectores de cría o ciclo completo, aunque hay un fuerte contraste con la situación de los feedlots, cuya realidad se transformó en crisis cuando los granos levantaron vuelo. En materia de mercados, los externos se recuperaron rápidamente de la incertidumbre del coronavirus, especialmente China, y eso garantizó niveles de exportación altos, aunque precios no tan positivos como años anteriores. Puertas adentro del país, el consumo ingresó en una pendiente que podría estar alcanzando un piso. Y esa pendiente fue más pronunciada en las últimas semanas cuando la recomposición de los valores de los animales en pie comenzaron a llegar finalmente a los mostradores. Los cortes subieron casi 30% en un mes.
Con algún grado de conexión con los feedlots, los tambos y las etanoleras, otras dos sectores clave para Córdoba (mayor productora de leche del país y principal productora de etanol a base de maíz), también cierran con balance en rojo.
“La primera parte del año fue buena, incluso con una muy buena cosecha que fue récord. Las complicaciones vinieron en el segundo semestre por el efecto del clima que afectó al trigo y fue perjudicando a las pasturas de la ganadería, especialmente en la provincia de Córdoba, norte de Santa Fe, NEA”, repasó para Tranquera Abierta el economista jefe de la Fundación Fada, David Miazzo.
En esa línea, el especialista indicó que la agricultura tuvo un segundo trimestre “complicado en materia de precios porque hay que recordar que la soja se acercó en marzo a los 300 dólares. Y en agosto y septiembre comenzó una importante recuperación de precios que nos deja con una soja acercándose a los 500 dólares. Algo más atrás, maíz y trigo pero igual con muy buenos precios, un 30% superior a los de diciembre de 2019, en dólares”, remarcó Miazzo.
Sin embargo, naturalmente al interior de cada eslabón también hay realidades diferentes por zonas. En Buenos Aires, por ejemplo, el trigo anduvo mejor que en Córdoba o Santa Fe que fueron más afectadas por la sequía. “Y podríamos decir que el efecto precio alcanza a compensar el efecto sequía. Y algo similar se podría estar esperando para maíz y soja, porque los escenarios más pesimistas en las zonas más pesimistas en Córdoba por ejemplo, dan caída en los rindes de hasta un 30% y entonces sería compensado por las mejoras en las pizarras. Eso en la peor zona y entonces los que estén fuera de esas regiones tendrán resultados positivos”, explicó Miazzo.
Y agregó: “Además hay expectativas de que La Niña no sea tan severa en el verano como lo fue en 2017/18. Por eso hay otras zonas que podrían perder menos rinde y ahí la ecuación económica entonces sería positiva finalmente”.
A partir de esa explicación indicó que los números de rentabilidad son buenos en las principales áreas productivas y son positivos en las regiones más alejadas de los puertos, que en marzo aparecían como muy complicadas por los precios deprimidos. Y ahí también juega el movimiento que fue teniendo el dólar para mantener a raya el peso de los fletes y las labores que son los costos pesificados dentro de la estructura de costos. De esa manera hubo un tipo de cambio que evolucionó con la inflación y combustibles que estuvieron congelados buena parte del año, lo que ayudó a que la ecuación de costos se mantenga en buen nivel.
“En pesos se espera que sea mejor el margen del maíz que el de la soja, lo que no siempre sucede. Pero en relación a los costos, está apenas por encima el de la soja en el promedio país. Pero con esos niveles, por cada hectárea termina aportando más el maíz. No hay que olvidar que los costos de producción del maíz son de 30 mil pesos por hectárea mientras que los de soja son 17.500”, dijo Miazzo.
En cuanto a la ganadería, “en general tuvo un buen año para la cría y la invernada porque tuvieron buenos precios a partir de abril, incluso corriendo por encima de la inflación y del dólar oficial. Buen año para los criadores diríamos, pero mal año, y en particular el segundo semestre, para el feedlot. En este último sector, fue mala la relación de precios del ternero con el novillo y además por la disparada del precio del maíz, del alimento. Pero insisto que fue buen año para los eslabones anteriores o para el que hace ciclo completo”, señaló.
Con respecto a los mercados, “la exportación viene a muy buen ritmo y este año vamos a terminar con récord histórico por lo menos de las últimas tres décadas medido en la participación sobre la producción total. Vamos a terminar exportando alrededor del 28% de la producción nacional. Eso lógicamente traccionado por China que absorbió dos tercios del valor exportado y casi tres cuartos del volúmen, y con buen desarrollo de los mercados de Israel y Estados Unidos que son un poco más novedosos. En el caso de Europa estuvo muy complicada por el Covid y ahí exportamos básicamente Cuota Hilton y Cuota 481 que son cortes de alto valor y se usa en hotelería y gastronomía que estuvieron cerradas por la pandemia”, detalló Miazzo.
Con respecto al mercado interno, indicó que “el cierre del año llegó con suba de precios que empieza a generar ruido en el consumo, por un poder adquisitivo muy dañado por caída de salario y pérdida de empleos”.
Por último, Miazzo no dejó de destacar que fue “un año difícil para varias agroindustrias con precio controlado como el bioetanol, el biodiesel y podemos sumar a la cadena láctea que tuvo precios máximos con costos dolarizados de la mano del maíz”.